viernes, 21 de diciembre de 2012

La Pascua del dinero


Mañana día 22 de diciembre se celebrará, como es sabido hasta en Plutón, La Fiesta del Dinero. Transistores, televisores y ordenadores serán continuamente consultados cual oráculos, con el objeto de hallar en ellos la  combinación de números mágicos que nos liberen de los madrugones, requerimientos de pago y demás elementos contraproducentes para nuestro sistema nervioso.

Dentro de unas horas se cantará El Gordo a pesar de que a algunos organismos estatales ya hace unas semanas que les tocó, y los premiados derramarán botellas de cava ante las envidiosas miradas de todos aquellos que deberán volver a poner la alarma del reloj a las...
 ... seis de la madrugada.

Como siempre, serán las voces de unos niños las que decidan el futuro económico de unos pocos (fina ironía, asociar la infancia a algo tan artificial y vacío como el dinero); los trajeados muchachitos de San Ildefonso, digo, tendrán de nuevo ante sí el dilema moral, suavizado por el azar, de repartir alegría/decepción.

El sorteo de mañana se antoja como una especie de Pascua al Dios de papel. Y no es para menos teniendo en cuenta el galopante resfriado que sufre el bolsillo del ciudadano español, a causa de una eterna crisis provocada por los bancos. Bancos cuyas cajas fuertes permanecen ya lúbricamente abiertas esperando que los ganadores ingresen en ellas sus parneses.

Más de uno de esos afortunados que el día 22 invitarán al total del vecindario a lo que "quieran pedir" seguramente estarán, aún hoy, agobiados por la implacable soga de los préstamos e hipotecas, pudiendo experimentar dentro de unas horas la repulsión que, sin duda, debe producir ver a esos mismos que no hace mucho los trataban con el desdén y el asco que inspira el deudor en ciertos ámbitos concediéndoles, entonces, la más dentífrica de las sonrisas y la más educada de las maneras. ¡Ah! suerte.


El Sietemesino
Imagen (Google)

3 comentarios:

  1. Debo de ser uno de los pocos españoles que no juega a la Lotería, ni en Navidad.

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  2. Ya somos dos, pero vamos yo es que ni envidio a aquellos que les toca, no necesito (ni quiero) ese dinero y por eso me considero mucho más rico que todos aquellos que sin realmente necesitarlo, sufren por no tenerlo, (más tener más, siempre más).

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  3. Yo no sufro por no tener dinero, pero vamos que si me hubiera tocado con un poquito más de tranquilidad podría mirar hacia el futuro.

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