Detesto las tardes de los domingos
igual con lluvia que bajo el sol,
en Agosto como Enero,
solo o acompañado;
aborrezco ese intervalo
que transcurre con hastío
desde la última cucharada de cocido
hasta el bostezo final del día.
Las tardes de los domingos,
llenas de vacías y largas horas,
fuerzan a mi corazón a recordar,
a anhelar momentos inalcanzables
robados por la espiral del reloj
de forma sutil, delicada, imperceptible
cuando aún escribía versos alegres
inspirados por un futuro
lleno de colores adolescentes.
Realmente todo parece oler a lágrimas
a tierra escarbada, a silencio, a luto...
y nada se escucha salvo algún perro
atravesando rápido la carretera,
huyendo de esta insoportable maldición
que otros intentan conjurar fregando portales
haciendo cola en los cines o, peor aún,
votando por alguien que no evitará su miseria
esta tarde de domingo.
esta tarde de domingo.
El Sietemesino
Imagen (Google)
Pues mi tarde de domingo ya dura dos años...
ResponderEliminarEn fin, ánimo que ahora con los putos fachas ya se va a arreglar todo.
Qué bonito texto.
ResponderEliminarBien logrado, me sentí bastante identificad con el mismo.
Un fuerte abrazo mi buen sietemesino
No haber votado.
ResponderEliminar