Escucho que todos somos Charlie Hebdo. Pero no escucho que antes que ser Charlie Hebdo, hay que ser anti cualquier injusticia.
Escucho que el Islam se acerca más al ideologismo que a la religión.
Pero no escucho que generalizar la intepretación particular de los
fundamentalistas, es radicalizar a todo aquel que profesa la religión
musulmana.
Escucho que las
circunstancias exigen actuar con mano dura ante la ola de pánico que
asola Europa. Pero no escucho que más que contra el terror, debemos
enfrentarnos a nombres y apellidos.
Escucho cómo llaman
islamistas a los islámicos. Pero no escucho que eso es identificar todo
aquello asociado al Islam con su sector más integrista.
Escucho
que posiblemente nos hayamos ante una nueva Guerra Santa. Pero no
escucho que no es correcto hacer globales los deseos individuales.
Escucho que existe un acuerdo contra el terrorismo yihadista. Pero no
escucho...
... que el terrorismo nunca pertenece a una sola nacionalidad,
creencia o raza.
Escucho que hay preservar la libertad de
expresión. Pero no escucho que es sibilino utilizar una de las libertades
consustanciales a la democracia, con el fin de ofrecer un superficial e
interesado rostro de la realidad.
Escucho que la revista
satírica francesa es un estandarte de la libertad de expresión. Pero no
escucho que la redacción del semanario decidió despedir en julio de
2008, a uno de sus empleados por criticar en su columna al hijo mayor
del presidente Nicolas Sarkozy.
Escucho, muchas cosas escucho.
Pero quizás no escuche que intento posicionarme en favor de la
objetividad. Aunque si pretender ser ecuanime me transforma a tu juicio
en sospechoso, hazme el favor de borrarte de mi vida virtual.
El Sietemesino
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