lunes, 15 de diciembre de 2014

La carga de la brigada vallecana




...Cuando veo un partido del Rayo Vallecano suelo recordar la capacidad fabuladora de Joan Barril. Porque ya no veo en el Rayo un equipo más o menos audaz, sino una brigada de dragones, lanceros y húsares lanzada al galope por el valle de Balaclava. Veo la carga suicida de la caballería ligera contra las posiciones rusas. Eso, por supuesto, no le hace justicia a Paco Jémez. Lord Cardigan, el jefe de la brigada en aquel ataque valeroso y absurdo, era un pisaverde maníaco cuya máxima contribución a la humanidad consistió en dar nombre a un jersey; su superior, Lord Lucan, ni siquiera dio nombre a un jersey. Jémez, por el contrario, crea belleza. Y eso resulta poco frecuente en los equipos que no pueden permitirse futbolistas excelsos y carísimos.

El Rayo Vallecano es una institución simpática. Porque pertenece a un barrio de tradición obrera, porque ha pasado las de Caín a lo largo de su historia, porque hace poco su plantilla decidió pagarle el alquiler a una anciana desahuciada y, ahora, porque regala al espectador un fútbol divertido. El Rayo de Jémez ataca por principio, tiende a descuidar la defensa y se descara ante rivales mucho más potentes. Hace todo lo contrario de lo que manda el manual del resultadismo. Sin embargo, sus resultados no son malos.

Cada vez que se despliegan los húsares y los lanceros vallecanos uno admira el coraje de esa carga alegre sobre la meta contraria. Uno, que a veces se avergüenza de malgastar noventa minutos contemplando partidos rastreros en los que el sargento Wüttke no sale jamás de la trinchera, recupera el orgullo de perder el tiempo ante la pantalla. Lo que hace el Rayo es estético y es ético. Cuando gana y, sobre todo, cuando pierde.

Artículo de Enric González
Imagen Google

1 comentario:

  1. Excepcional manera de representar el estilo de juego del equipo vallecano

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