domingo, 12 de octubre de 2014

Diáspora


En el satén del letargo postrero
rebrotan las fresas que nunca mordimos,
alientos audaces de amores sinceros
que ahora regresan en sueños sumisos.

La carne desnuda es ceniza secreta
y las sábanas pétalos tibios gimiendo,
caminos profundos en línea muy recta
que llevan a verbos salados inciertos.

Fuimos en tiempos retoños del agua
y seremos arena quemando en verano,
a lo lejos dos cuerpos se fraguan
y sudan e ignoran que todo es en vano.


El Sietemesino

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