viernes, 29 de marzo de 2013

Tardes de sábado


Cuando tenía siete u ocho años, recuerdo que mi padre solía venir todos los fines de semana a recogerme a casa de mis abuelos maternos. Tocaba el claxon, silbaba o, simplemente, gritaba mi nombre y yo con pantalones cortos y camisa abotonada hasta arriba descendía las escaleras brincando de puro contento. Entonces me abrazaba, me daba un sonoro beso en la mejilla y montaba en aquel Renault 19 Chamade blanco que conducía hasta la casa que compartía con Ana, su nueva novia por entonces. Allí nos preparábamos para...
 ... ver una película, generalmente de risa, y después atacar el plato fuerte: el partido del Barça. Realmente el objetivo de la cita era ese, compartir nuestra afición por el fútbol. Y con ojos grandes como lunas negras miraba la pantalla y si él gritaba yo gritaba y si él gesticulaba yo gesticulaba y si él cantaba gol yo cantaba gol... Él era mi padre y, ese, mi momento favorito del fin de semana. Y creía que también el de él. Al comenzar a crecer, sin embargo, descubrí que no, que la felicidad que experimentaba mi padre era un sentimiento vacuo, falso. Una felicidad que tenía su origen en si esa noche intuía sexo con su pareja o el Barça ganaba el encuentro o por su sangre bullía algo de cerveza o marihuana. En lo que a mí respecta, me daba igual la película de Cantinflas, el partido de fútbol e incluso las galletas de vainilla que me compraba durante el descanso. Era feliz viéndolo feliz. Era feliz y punto. Pura felicidad salida del corazón puro de un niño de siete u ocho años que ahora, al cabo del tiempo y sumando la misma edad que tenía su padre cuando sucedió lo que cuenta, se alegra de no haberlo vuelto a ver más: de lo contrario, quizás estaría en este momento sentado ante el televisor fingiendo disfrutar de la banalidad e ignorando que también se puede ser feliz, y punto, a los treinta y tres años.

El Sietemesino
Imagen (Google)

3 comentarios:

  1. Es tremendo..en todos los sentidos de la palabra. Y espero que ficción. Sea como sea, es un relato muy hondo, enhorabuena.

    Un abrazo, y que seas feliz :)

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  2. Pues si duro relato, pero muy bonito, para mi la felicidad también es muy posiblemente ver a los que me importan felices.

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  3. Es bueno entender los errores de los demás para poder evitar cometerlos.

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