Hace unos días que venía durmiendo con la puerta de mi habitación abierta, para que mi compañera de piso pudiera enterarse si ya no llegaba a levantarme. Y es que desde hace unos días me costaba digerir cualquier alimento; incluso el minúsculo grano de arroz conseguía dañarme la garganta y siquiera era capaz de mantener durante dos segundos un tono de voz medianamente agudo como antaño. Sin duda, algo estaba obstruyendo gravemente mi laringe, podía sentir cómo se estrechaba el carnoso diámetro hasta impedirme articular palabra, hasta la casi total asfixia... Sin embargo, anoche cerré la puerta de mi habitación. Por un momento creí que no vendría a visitarme la muerte. Qué estúpido.
El Sietemesino
Imagen (Google)
Este blog nace con la intención de combatir en la medida de lo posible, esa cosa que convierte la vida en una experiencia menos agradable: el aburrimiento. Y para nuestro propósito hemos decidido utilizar armas tan sanas como poesía, literatura, música, experiencias, anécdotas, vídeos, reflexiones... lo que sea con tal de entretenerte unos minutos y robarte, si puede ser, un "hay que joderse" (pero de los desenfadados).
La muerte... siempre esperando que cierres la puerta para atacarte. Lo típico.
ResponderEliminarUn saludete chaval.
Un relato corto bastante bueno, nuestros miedos y la dificultad de combatirlos.
ResponderEliminar...y me imagino que te vino a saludar como cada noche. Buen relato.
ResponderEliminarSaludos, y un abrazo.
"ASPICE IN HORAM, ET MEMENTO MORI"
ResponderEliminarRecuerda que has de morir