Ya llevaba el suicida varios minutos en la cornisa del decimoctavo piso intentando reunir valor, cuando la aparición de dos agentes de la autoridad evitó el fatal desenlace.
-Realmente ha sido un buen trabajo, John. Hemos logrado que ese pobre muchacho cometiera una gran estupidez, ¿no es cierto?-.
-En efecto, mi sargento. Gracias a nuestra rápida intervención el desequilibrado podrá seguir recibiendo mensualmente los requerimientos de pago de su banco-.
Imagen (Google)
Me recuerda un poco a como Harry el sucio rescató a un suicida en la peli.
ResponderEliminarNunca he comprendido por qué la sociedad se empeña en persuadir de sus intenciones a los que deciden suicidarse.
ResponderEliminarEs una elección personal... No podemos controlar nuestro nacimiento, ¿por qué está tan mal visto poder controlar la muerte?
Ta ta.
Pues la verdad es que ni siquiera somos dueños de nuestra propia vida, al menos, no legalmente y más aun cuando como en el ejemplo, pertenecemos a un banco.
ResponderEliminarY no te quites el cinturón de seguridad...
ResponderEliminarEn estos casos al que tienen que llevar es al Director del banco para que se comprometa ante testigos a hacer un trato especial al suicida hasta que pueda pagar la hipoteca, ya que todo este tinglado que estamos viviendo lo han montado ellos y su puñetero afán de dinero a costa de nuestros riñones. Serían ellos los que tendrían que estar en la cornisa del décimo octavo piso, pero no para tirarse, sino para ser empujados. LEX POPULUM.
ResponderEliminarúltimamente todos nos suicidamos, sólo que más lentamente...la soga nos la ponemos cuando firmamos la hipoteca, usamos venenos varios que se cuelan por algunos de nuestros orificios, y aún así seguiremos criticando a aquellos que quieren hacerlo de una manera más rápida. Somos una pandilla de estúpidos.
ResponderEliminar