Si no fuera porque tú y yo
mordidos fuimos por la fiebre de la irrealidad
(y ahora perdurables nos creemos)
ebrios de deseos consumados andaríamos ya.
Vayamos. Renunciemos a los fríos paños
de tanta y tanta palabrería
y recordemos que como toda sangre
también la nuestra es debida a la copa de lo efímero.
¡Corramos sin demora, apresurémonos,
con el desvelado beso del enamorado
en las profundas madrugadas,
a reponernos de la antigua falsa creencia!
El Sietemesino
Imagen (Google)
Bonita. Aunque no termino de pillar el fondo
ResponderEliminarSí, es difícil aceptar que no somos eternos, pero, mientras no se demuestre lo contrario, (y dudo mucho que se pueda demostrar), somos efímeros, como todo lo que nos rodea.
ResponderEliminarMuy buen poema. Mis felicitaciones.
Un abrazo.